domingo, 10 de enero de 2016

Todavía entre texto e imagen.

Hace unos días estuve en una jornada de Rosa Sensat sobre literatura, educación y imagen.
El protagonista era el álbum ilustrado como herramienta para facilitar la lectura a través de la imagen.
Me pareció un tema interesante por mi vinculación profesional. Vengo del diseño gráfico, empecé a ilustrar y acabé contando a través de la imagen.
Fue especialmente interesante la visión del profesor, sus planteamientos sobre la utilización de las imágenes delante la dificultad de comprensión de un texto. Siempre se aprende.
En la jornada se reflexionó desde diferentes perspectivas: maestros, bibliotecarios, estudiosos del libro, ilustradores, editores, especialistas en app. Me faltó la visión de un escritor.
La intervención de Arnal Ballester, ilustrador con una trayectoria profesional que admiro, me hizo reflexionar sobre las virtudes de la imagen como elemento narrativo. Mi socia, que es escritora lo comentó, y aquí estoy. Ese deje entre líneas de hablar siempre comparando la imagen con el texto. El punto de partida de comparación entre texto e imagen es obvio y poco constructivo. Arnal habló de de la imagen narrativa a través del libro de Frans Masereel, "La ciudad" pero en sus palabras había ese sentido de comparación con el texto que me hizo reflexionar. Es una muestra más de la falta de educación visual que tenemos en este país. La imagen no tiene que defenderse delante de nadie.

No es importante saber quien va a ganar la partida en un álbum ilustrado si el texto o la imagen. Ya no es eso. Con Arnal estaríamos de acuerdo en que el objetivo es formar una pareja ideal. Parejas muy raras hemos conocido en nuestro entorno que se han amado toda una vida. No hay un método infalible en la construcción de la pareja pero todos estaremos de acuerdo en afirmar cuando funciona o no funciona.
Podríamos empezar a sentirnos libres para disfrutar de la imagen por ella misma y hablar de sus virtudes. También de sus jodidas dificultades, que el texto por ejemplo soluciona tan fácilmente con una palabra.
¿Por qué no hablar de cómo narra un escritor y un ilustrador por ellos mismos y cómo solucionan el mismo conflicto narrativo? 
Aún estamos ahí. Nos falta educación visual.
En unos talleres que estoy haciendo con niños de 12 años empecé una sesión preguntando si alguien me podía explicar que era el diseño gráfico. Nadie me contestó. Estuvimos escogiendo portadas de libros y argumentando el porqué de su elección, sin saber absolutamente nada del interior del libro.
Fue muy bonito ver que con su elección me contaban el interior del libro. Aprendieron nociones de diseño gráfico.

Es importante educar visualmente. Hemos de enseñar que los colores hablan, emocionan, que las formas pesan en un espacio, que no es lo mismo escribir ¡No! en una futura bold que una Bodoni, que existió un señor que se llamaba Garamond... y que todo eso comunica, cuenta y facilita la narración, la lectura.
¿Por qué estamos acostumbrados a pensar que un niño tiene que acabar la primaria sabiendo lo que es una metáfora y en cambio no nos inmuta que no se tenga ningún conocimiento o muy poco sobre el equilibrio de una composición, que hay colores calientes y fríos y que un texto se puede justificar a la derecha o izquierda por ejemplo?

Espero que de aquí unos años la jornada verse sobre las virtudes y maravillas de la narrativa visual por ella misma, sin necesidad de justificarse, del mismo modo que se habla de un texto.